Al poco tiempo me colocaron con violencia en una pared cercana al Escorial, desconocida por la gente. Pasé muchos años en soledad, contemplando amaneceres y crepúsculos.
Un día un escalador volvió a recorrer la antañera vía a la que pertenecía, me tocó y se aseguró en mi. Volví a ser de utilidad después de muchos años.
A la semana, otro escalador alentado por el que confió en mi seguridad, me saco con la mano.
El clavo recién sacado de la pared.
Ahora, vivo en una estantería; soy algo conocido como adorno y supongo que aquí pasaré el resto de mi vida.
Qué bonito eres un poeta :D
ResponderEliminarRaúl y Lara
Yo también tengo un buen puñado de "adornos" de cuando escalaban mis padres, jeje. En mi caso siempre van en la mochila y en ocasiones he tenido que tirar de alguno de ellos...
ResponderEliminarSiempre te pueden sacar de algún apuro... jajaja pero vamos pasando miedo.
ResponderEliminarSaludos!