jueves, 18 de marzo de 2021

Ahora más que nunca: secretivos.

 

 



 

 
 Las puñeteras colillas de los escaladores que me tocó recoger a mí.

 

Sin dudarlo, sin pensármelo dos veces soy firme defensor de los secretivos.

No se puede conservar nada. 

Antes nos cagábamos en los Domingueros, en esos personajes que observamos en la Pedriza. Aquellos que se comportaban mal en el campo, que eran (y son) urbanitas de mierda sin ninguna educación... La culpa siempre era suya.

 

Pero teníamos como el personaje bueno, el escalador, el montañero de verdad. Ahora mismo visto lo visto en los pies de vía de las zonas que visito; los guarros somos los escaladores. 

 

Ceniceros por todos los lados, colillas, papeles con mierda… Todo ello en zonas donde los senderistas o los ya nombrados domingueros no suben. No han sido ellos…

 

¡Hemos sido nosotros!

 

Somos los culpables, y por esta razón hay que proteger las zonas no publicando nada, absolutamente nada.

 

 

Ahora te metes en las redes sociales y observas que la gente acude más a un sitio simplemente porque uno ha puesto el hastag de la zona con su foto. Es un peligro subir fotos, se ponen de moda los sectores, sumado al confinamiento de la comunidad de Madrid. Ya hay gente en todos los sitios.

Hace poco acudía a una zona secreta y veía como un cursillo de seis personas ocupaban todas las vías. Todos colgados a cuerdas fijas sin darme opción a poder escalar allí. Yo entiendo que la gente tenga que ganarse el pan, no me importa que se den cursos en las vías que yo he pagado y colocado los anclajes con mi dinero, tiempo y esfuerzo… Pero creo que se debe respetar y dar los cursos en las zonas que la federación ha equipado para tal fin.

Aún así, insisto; entiendo que los profesores tengan que buscarse la vida para dar cursos. Mucho mejor el curso en el rocódromo de resina, en el Rompeolas o en el Kanalla (en el caso de la Pedriza) y así no nos molestamos.

Pero lo realmente importante es la proliferación de basura en zonas donde solamente vamos los escaladores.

Ya me acusaban de sumo inquisidor cuando me negaba a proporcionar datos sobre las zonas secretas de Madrid. Siempre igual, somos unos egoístas que nos hemos dejado el lomo para que la gente escale por la cara. “Yo lo que quiero es ponerlo en mi blog y quedar de guay, de persona altruista que comparte y descubre sectores nuevos para los pobres idiotas que no salen a descubrir piedras por la sierra de Madrid.”

 

Si seguimos así acabará con las prohibiciones, con las multas y con un forestal (que ese no es su trabajo en mi opinión) vigilando a ver quién se sube o se baja.

 

Si alguien se da por aludido que recapacite, yo no he venido aquí a increpar a nadie. Estoy haciendo un llamamiento al personal, para enmendarlo y poder seguir disfrutando de la soledad y la limpieza en la naturaleza. De todos y para todos.

 

Si no puede ser, que desmonten las vías… Nada es eterno.

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