miércoles, 4 de noviembre de 2020

La cuesta de la Vega. Rocódromo urbano.

 

 

 


 



 

 

 

 

 


 

La cuesta de la Vega es un muro donde se ha prácticado la escalada desde comienzos de los años ochenta. Situado en el centro de Madrid paralela a la calle Segovia, los escaladores Madrileños han tenido una pequeña "escuela" para aprender y dar sus primeros pasos en la vertical. 

Antes no había rocódromos, no es como ahora que hay mucha variedad. Para entrenar e ir practicando aquellos escaladores se subían por el mampuesto de muros de retención como el del templo de Devod (en el que hoy en día se ven algunos spits) y puente de Segovia. 

El fanatismo por la escalada y la opción de quitarse el mono cuando no se puede acceder a la roca natural, hicieron de estas paredes centros de reunión donde la gente se conocía.

Mi primer contacto con la cuesta de la Vega sería allá por el año 1999. Con unos diez años recuerdo perfectamente como me flipaba esa pared a la que algún domingo con Montañeros (grupo de montaña del colegio) nos colgaban de la baranda oxidada y anclada con cemento.

Un día con mi padre, unos bomberos observaron como me aseguraba (a la española) y nos dejaron un arnés con un ocho. Al año siguiente los reyes vinieron con un arnés de niño y una cuerda dinámica de 20 metros y 9mm. Luego ya empecé a ir solo, con amiguetes y demás. Con uno en concreto le pegué una flor a la cuerda por "practicar el péndulo" con la pequeña cornisa. También recuerdo un culetazo de un escalador que confió en esas chapas Tri-Roc finitas y oxidadas, con un espit en un muro de mampuesto y juntas con cemento pobre. Un día ya lejano, arrancamos unas cuantas (aún quedan)





También siguen en pie dos buriles en los que todos los que aprendimos allí practicábamos las reuniones, triangulando evidentemente. Están aún en la esquina. Si hacías el paso por arriba era la variante "Patonera" más de fuerza y brazo. Ahora han metido un cincel y hay un agarre más, con lo cual más sencillo.

Por abajo lo llamamos la variante de "La pedricera" porque en la esquina hay que hacer un cambio de pies en adherencia de granito pulido. 

Alguien rellenó ese canto con sika. Alguien lo reventó. Pero no se tocaban mucho la verdad. 


Recuerdo que antes había muchos chavales jugueteando a escalar. Sobre todo en verano. 

Incluso llegué a quedar con mi compañero con unos 14 años los dos, bien barbilampiños a las 8:30 de la mañana, allí escalando con cuerda y fisureros una grieta en los ladrillos (el ángel de la guarda currando siempre) y sorteando arenilla en los agarres más altos y menos utilizados. Un grabado en en aparejo rezaba: "Via Orgasmatrón" que eran una sucesión de orificios en el canto del ladrillo. Anécdotas...


Hay una foto de Javier Orive y Txavo Vales que es cojonuda. Me mola mucho porque yo tengo el mismo jersey que Txavo en la foto (era de mi señora madre). Ademas son dos escaladores muy importantes en Madrid (en mi opinión) aparte de admirarles bastante personalmente.

 


 revistaescalar

                                                            Foto de Darío Rodríguez.

 

                                                        Esa coleta (de aquellos años) delatora




                                                                           


Es un buen lugar para llevar a los amigos; a la gente del instituto les subía por lo fácil y les hacía rapelar. Alguno acabó con cicatrices temporales en la espalda y un miedo terrible a que le descuelguen en top-rope. Las peyas allí, pues nos escapábamos en el recreo... Algún mini-botellón. Con una litrona para cuatro teníamos mareo asegurado.

Se montaban hasta tirolinas en la cuestecita de enfrente de la pared, desde unos árboles.



Un día estaba escalando y escuché ruido de cascos de caballo, era la policía montada. Me aconsejaron que no subiera tan alto, que me bajara. Les expliqué que era un rocódromo urbano, aparte de histórico. Me parece que lo entendieron porque ver al "niño" relatar una defensa de la escalada en ese muro... les pudo parecer peculiar. No sé, me dejaron tranquilo. Nunca me han vuelto a decir nada. Nos respetan bastante por lo que he visto estos años. No es parte de la muralla antigua que rodeaba Madrid, si no estaría protegida. De echo el lateral es el típico aparejo Toledano de ladrillos y piedras calizas, incluso sílex.

Otra vez, con la cuerda atada de seguridad a unos bolardos en forma de arco (esos verdes los recordaréis los más puretas) un elemento me quería robar los mosquetones y me los intentaba abrir y no podía. 

La mochila muchas veces la dejábamos colgada de una chapa alta o con un ganchito... para defensa contra los ladronzuelos del centro típicos. 


La tengo mucho cariño, espero que nos permitan seguir colgándonos un poco allí y que respeten el poder que tiene de atraer a todas las generaciones escaladoras de Madrid centro. Por lo menos han puesto testigos de dilatación en las fisuras. Siempre nos daba algo de palo la del ladrillo y la de la farola.



En la foto el -fisurometro- opción moderna al tradicional testigo de yeso para observar la evolución de las fisuras y sus dilataciones.

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